miércoles, 8 de septiembre de 2010

De mejor animo, supongo jeje

mmmm.... creo que termine la continuación..... para el publico imaginario un agradecimiento jejeje (siempre quise decir eso :))

Encontrándome
Parte 2 " Desilusión"

Aun sabiendo que ellas no me protegerán de la vergüenza ni de la sensación de haber hecho algo terrible, el mantenerme cubierta en mi totalidad por las sabanas me hacen sentir un poco más segura, aun estoy un poco mareada por el fuerte sedante que me dieron y hasta el momento, agradezco, ninguna de las chicas a dicho nada desde que desperté en mi recamara.

Cuatro pastillas se mantienen en mi mesa de noche bajo la cálida luz de la lámpara y a lado de un gran vaso de agua, del suelo había recogido las indicaciones que por descuido tal vez mis padres habían olvidado, decía que se esperaba que estas pastillas pudiesen ayudar y hacer desaparecer mi condición de desorden de personalidades, esquizofrenia y trastornos de ira. Esperaba que fuera cierto.

Las voces de mis padres en el piso de abajo, llegan hasta mis oídos a través del suelo de madera. – ¿Sabes cómo puede afectar esto nuestra reputación, nuestra posición en la sociedad?, aun se habla de la Karen- la voz de papa se quebró un momento, pero continuo, retomando su angustia- ¿que dirán ahora los inversionistas y la prensa?, ¿qué dirán?- los lloriqueos de mama se intensifican y casi parece que lo hace apropósito para darle más dramatismo a la escena.

El cargo de mi padre en la política es muy importante, según tengo entendido, por lo que siempre nos hemos visto en la necesidad de aparentar todo el tiempo ante cada persona del mundo, mama trata de mostrar que es una gran madre y mujer del mundo moderno, con sus extravagantes fiestas y reuniones de caridad aunque sigue ocultando los antidepresivos en el botiquín del baño de servicio para que no se entere mi padre, que a su vez mantiene una aventura con Cecilia la muchacha de servicio y tiene un ligero problema con el alcohol. Por mi parte he tenido que congeniar con varias hijas de grandes ejecutivos e ir a las escuelas más prestigiosas solo para aparentar y que se hable bien de nosotros.

El mareo desapareció tras una hora aproximadamente y entonces pude levantarme, no podía creer que todo hubiera pasado tan rápido, en menos de 5 minutos había pasado de entrar con desgana a un consultoría a empezar a gritarle a una imagen inanimada de manera demencial. Me dirigí al armario para poder sacar mi pijama, aun traía la misma ropa con la que había ido a la consulta y para ser sincera estaba hecha un desastre y no era para menos, me habían derribado tres encargados de seguridad y el señor de mantenimiento para poder colocarme el sedante. Me sentía muy apenada con aquel espectáculo y lo peor es que ni siquiera había tenido el control de mis acciones en aquel momento. Qué problema. Tome el pijama más cerca a la puerta, uno conjunto azul con mis iniciales bordadas en el costado con caligrafía casi principesca. Me cambie rápidamente y me dirigí al espejo que me mostraba de cuerpo completo que estaba en la esquina cerca del ventanal. Asombrosamente, mi reflejo no mostraba mi pijama azul, en su lugar vestía un camisón amarillo pastel que llegaba hasta mis pies y mi cabello estaba recogido en un gran moño del mismo color. Retrocedí unos pasos, alejándome de mi reflejo, quería gritar pero algo me lo impidió. Mi reflejo estaba quieto mirándome con una expresión triste.

-¿Ya estas mejor?- me preguntó con pesar mi reflejo, o más bien Martha, aquel aroma a tierra húmeda impregno el aire,- no queríamos causarte tantos problemas- se disculpo.
- ¡Déjenme en paz!- grite lo más bajo que pude y tratando de ser amenazante en la voz,- gracias a ustedes mi vida ahora es un completo desastre- tal vez estaba exagerando un poco pero a grandes rasgos era la verdad.
-Pues a mi parecer fue algo muy gracioso- la voz de Mariana se oyó a mi izquierda, y en cuento voltee, encontré en el espejo del tocador otro reflejo mío, este por su parte tenía el cabello rizado, un pantalón rosa y una camisa muy amplia que dejaba salir su hombro por el orificio del cuello,-aunque ese tipo de la fotografía no me agrado ni tantito- y frunció el seño como si tuviera una rabieta.
- Estoy de acuerdo contigo, ese maldito estúpido debería de entender que conmigo no se debe de meter- un extraño aire penetrante a pimientos me golpeo la cara y el olfato, justo en la venta, un perfil, se asomaba por el cristal de la ventana, al parecer era Marlene, mi pelo en ella era más obscuro de lo normal y una simple camisa de tirantes y un short rojos carmesí cubrían mi… es decir su cuerpo.
-Disculpa- me sentí ofendida- ¿contigo? hasta donde yo tenía entendido este es mi cuerpo y no el tuyo- atine a decir, si creía que el efecto del sedante se había esfumado ahora me lo estaba preguntando seriamente, la sensación de mareo regreso a mi cabeza, en cuestión de horas acababan de avanzar mis problemas mentales más de lo que evolucionaron en estos 7 años.

-Pues eso deberías de plantearte María, por que cuando pude tener el control de tu cuerpo, jamás me había sentido más viva en toda mi existencia, casi podría asegurar que si esos idiotas no me hubieran envestido y dado un tranquilizante, aun tendría el control total- grito Marlene.
- Déjala en paz, sabes que lo que hiciste estuvo mal- trato de defenderme Martha.
-¿La próxima vez puedo ser yo?, ¡es mi turno!- dijo Mariana mientras saltaba de un lado a otro.
-Ni lo sueñes…-
-pero…-
Emprendieron una discutir de nuevo, al punto que ya no supe ni quise saber quien decía que, sentía vacio en el estomago, como cuando tienes ganas de vomitar pero no puedes, ya que no has ingerido nada. Me dejé caer sobre la cama para poder saber qué hacer, quería creer que esto solo era un sueño, un mal sueño, una pesadilla. Tenía la necesidad de decirme a mi misma que pronto despertaría y me encontraría en mi cama sin ninguna voz que no debiera estar ahí y sin el constante malestar de las discusiones en mi mente.

Un sonido molesto y familiar comenzó a sonar intermitentemente, era la alarma en el reloj, gire sobre la cama para ver qué hora era. Las 10:00 de la noche, la hora de dormir…. y ahora que lo recordaba la hora que recomendaba la receta para que ingiriera esas pastillas, las mismas que podrían quitarme este insano dolor de cabeza y estas problemáticas entidades que ahora eran más tangibles que antes.

Me acerque apresuradamente hacia ellas y en cuanto las tuve en la mano todo en mi habitación callo, voltee hacia los diferentes reflejos y me encontré con tres caras atónitas, temerosas y desafiantes a la vez.

-No pensaras tomarte eso ¿verdad?- pregunto Mariana tratando de disimular su miedo con una sonrisa chueca.
-No sabes que te pueden causar, podrían tener varios efectos secundarios- dijo seriamente Martha arrugando con sus puños un pedazo del camisón que la envolvía.
Marlene, por una vez, guardo silencio pero no por eso dejo de verme retadoramente.

Estaba decidida, ya no soportaría mas de esto, acerque las pastillas a mi boca y tome el vaso de agua, todas empezaron a hablar al unisonó, aconsejando, suplicando y blasfemando contra mí. Pero no había nada que pudiera detener lo que pensaba hacer. Trague los medicamentos y un gran sorbo de agua. Pasaron algunos minutos mientras esperaba que me hicieran efecto y que cualquier rastro de las demás desapareciera. No obstante el marcar el reloj las 10:12 mi esperanza se desvaneció puesto que todas comenzaron a gritarme.

Me acosté nuevamente en la cama y me puse encima las cobijas, mi decepción era lo suficientemente grande, pues mi último recurso no había funcionado, que ni las voces ni reclamos me afectaron esta vez. Sabía que tenía sueño y que por primera vez si lograría cerrar los ojos para dejarme llevar por el cansancio, una lágrima solitaria resbalo por mi mejilla. Desee que mañana fuera un día mejor, y me entregue a la inconsciencia.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Comenzando de nuevo.

Otra vez se me ocurrió otra historia, espero esta vez si terminarla o al menos que tenga una secuencia mas duradera jejeje (lo divertido de escribir aquí es que nadie lo lee jejejeje)
pues haber, empecemos....

Encontrándome
Parte 1 "Desconcierto"

-Salta- susurró Marlene en cuanto vio, a través de mis ojos, la ventana de cristal al fondo de la oficina.
-¡No lo hare, no estoy loca!- le respondí, tal vez la ultima parte no fuera del todo cierta, pero no saltaría solo porque me lo ordenase.
-Hazlo- insistió.

-No la escuches, saltar es algo tonto- replico Martha.
-No pienso hacerlo, ¿Por quién me tomas?- Replique un poco molesta.

Intentando no prestar atención a ninguna, divague a mi alrededor buscando algo en que enfocar mi mente, pero la oficina del Doctor Martínez no era exactamente un lugar en el cual encontrar algo interesante ni fuera de lo ordinario como para dejar de lado la discusión que se estaba gestando en mi cabeza. Apenas algunos títulos enmarcados y cuadros de arte moderno vestían las blancas paredes del consultorio, a mi izquierda una gran maseta reposaba junto a la ventana y en contraparte, a la derecha algunos libreros de madera obscura descansaban contra la pared a unos cuantos metros de la puerta de acceso. Una sencilla imitación de una sala de estar, en donde se impartía la terapia, descansaba sobre un amplio tapete en el centro del despacho, posiblemente persa deduje. Y, como todo buen psiquiatra, guardaba en una repisa una veintena de fotos de niños y adolescentes sonriendo, prueba de sus grandes éxitos a través de los años.

De entre las fotos dos me llamaron la atención, en la primera, la imagen mostraba a un chico atractivo de ojos azules intenso y cabello castaño obscuro que sonreía desde una playa al atardecer saludando a quien quiera que estuviera tomando la foto en aquel momento, y la segunda, había captado a una sonriente niña rubia, no mayor de los 6 años, saltando la cuerda en un parque. A diferencia del chico, al cual no conocía, a aquélla pequeña sí que la conocía bien, su nombre era Karen, cumplía años el 7 de Septiembre, le encantaba el helado de pistache y jugar con sus muñecas y le tenía miedo a la obscuridad. Esa criatura podía hacer luminoso al día más nublado con sus ocurrencias y bromas y si embargo el día mas soleado del verano fue el testigo de su muerte. Si… ella había sido mi hermana menor hasta el verano pasado.

Pero, en fin, tras varias entrevistas por televisión sobre el secuestro, que el cuerpo de policía pasaba más tiempo en casa que mis padres y que tras 2 meses de tención y negociación, solo se pudiese obtener el cadáver de Karen, sinceramente paso de recordar todo eso.

-¿Aun la extrañas?- de inmediato trate de encontrar la fuente de la voz, pensé al principio que era el Dr. Martínez, pero deseche esa posibilidad al captar que era la única en la habitación y la segunda opción de que hubiese sido Marlene o Martha se desvaneció al oír el abucheo en mi cerebro. – Vamos, dime- me animo aquella voz y tras buscar con más cuidado por segunda vez, encontré al culpable de mi desconcierto, aquel chico guapo en la fotografía de la playa estaba de brazos cruzados mirándome casi con comprensión. -¿La echas de menos?-.

Aunque ya estaba acostumbrada a esto de que los objetos hablaran y dijeran cosas o ya en un extremo se movieran por voluntad, ya que era uno de los gajes de ser esquizofrénica, me sobresalte pues era de las contadas veces que un objeto parlante se dirigiera a mí específicamente y de cualquier forma.

-Un poco, creo- reconocí, si que tenían razón mis padres para haberme enviado al psiquiatra, ya había perdió cualquier rastro de cordura, al principio cuando comencé a escuchar a Mariana, Marlene y Martha en mi cabeza se lo adjudique a tener una imaginación muy activa y decidí guardarlo en secreto pero tras 7 años de mantener estas conversación, percatarme que en ocasiones no podía controlarlas y que esta “imaginación” se hubiese extendido a seres u objetos ajenos a mí, me obligue a contárselo a mis padres, cosa que no había resultado como esperaba, aunque tal vez no fue el momento más oportuno cuando decidí hacerlo. Hace dos semanas exactamente fue la confrontación para ser exactos. Y para resumir, mi madre llamo de inmediato al Dr. Martínez y mi padre me miro incrédulo haciéndome varias preguntas que pasaron de un, ¿estás segura?, a un ¿sabes cómo afectara esto mi reputación y mi puesto político?

Así que tras todo esto, eme aquí esperando al psiquiatra y, desgraciadamente, hablando con una fotografía.

-Deberías salir más seguido- me aconsejo sonriendo, un destello fugaz alumbro su blanca dentadura.- ¿Qué sugieres?- le pregunte, ¿que demonios estaba haciendo?, ¿en realidad le haría caso a una imagen? Debería de olvidarme de seguir esta conversación. El muchacho se acerco un poco más al marco mientras se pasaba la mano por su revuelto cabello.- Deberías de ir a una fiesta, casualmente mañana yo hare una, tal vez quieras venir conmigo y… -.

La voz del chico se ahogo con el sonido del portazo que dio el psiquiatra al cerrar la puerta, la sorpresa me hizo dar un respingo y observar que me encontraba anormalmente cerca de la repisa de portarretratos. Hasta la discusión de Marlene y Martha se interrumpió abruptamente, sabía que seguían en algún lado de mi cabeza pero había decidido callar.

-Hola María- saludo cortésmente el doctor sin siquiera mirarme y con un ademan me invito a sentarme en el sillón predispuesto al paciente. Automáticamente seguí la indicación y espere a que el se sentara en la silla frente a mi por enésima vez.

-Devuélvele el saludo- comenzó Martha. –Hola- le respondí al doctor con un ligero balbuceo. El Dr. Martínez tomo su habitual blog de notas, cruzo la pierna para ponerse cómodo y comenzó con las típicas preguntas.- ¿ Como te encuentras hoy?-.

Mas tardo en formular la pregunta que en que el trió de habladoras explotaran en un mar de respuestas.
-Dile que te encuentras bien- sugirió dulcemente Mariana, la tercera del grupo.
-Dile que no has dormido mucho últimamente- recomendó lentamente Martha.
-Dile que, que le importa al imbécil- grito fuertemente Marlene alargando la última palabra con desagrado.

-ha…- no sabía a quién le debía de seguir la corriente, cualquier respuesta que diera desencadenaría otra de las peleas entre ellas y ahora que no tenía nada con que distraerme sería muy difícil ignorarlas.- pues…- el rostro del psiquiatra mostro extrañeza.

-¿María?- volvió a preguntar. -¿Han regresado las voces?-. A cada pregunta una nueva avalancha de respuestas se amontonaba atropelladamente en la materia gris de mi cerebro, y en acción reflejo coloque mis manos en mis sienes aunque conocía de sobra que eso no me ayudaría en nada.

-Actúa normal, si no te creerá loca- dijo Martha
-Respóndele que no es nada, que solo es un dolor de cabeza pasajero- prosiguió Mariana
-Quítate las manos de la cabeza, ¡parece una estúpida!- bufo Marlene.
-Guarden silencio- les pedí con enojo.-Dejen de gritar todas a la vez-. A pesar de ello continuaron, dejándome con una terrible confusión y para empeorarlo, al no responder, el Dr. Martínez solo hacia más preguntas provocando constantes oleadas de palabras y replicas que solo yo podía oír.

-¡BASTA!- grite con los ojos cerrados de ira e impotencia de no poder controlar ni mis propios pensamientos, y el silencio se hizo en toda la habitación de manera abrupta, en el momento en que abrí los ojos me sorprendí. Estaba de pie con los puños apretados a los costados con tanta fuerza que me estaba haciendo daño, el vidrio del cristal me dio una vaga reflexión de mi enrojecido rostro fruncido de enojo y un asustado psiquiatra se escondía detrás de su blog como si le pudiera lanzar algo en cualquier momento. Aquel grito había pasado la barrera de mis pensamientos hasta llegar a surgir por mis cuerdas bucales

-Al parecer tenemos problemas de ira- dijo burlonamente el chico de la fotografía con las manos en la cintura y una expresión parecida a la mía en su rostro pero del todo ridiculizada. –Quizás deberías de ir a un psiquiatra, oh, pero espera, ya estás en uno- y comenzó a reírse a grandes carcajadas. No sé en qué momento la ira que se formo en mí, contra aquel desquiciante hombre de la fotografía, dejo de sentirse propia o en qué segundo mi boca empezó a blasfemar fuertemente contra aquel rectángulo de madera mientras me acercaba amenazadoramente sin que yo fuera la causante. Me daba la impresión de que estaba dentro de un gigantesco robot y que aunque yo podía ver lo que estaba viendo aquel humanoide no tenia control alguno sobre sus funciones.

Por mis venas la sangre fluía a una velocidad que no creía que fuera posible, mis respiraciones eran entrecortadas y mis palabras eran casi guturales sin dejar de ser mi voz en lo absoluto, el psiquiatra se había acercado con cautela al teléfono y había presionado un botón rojo mientras articulaba palabras que no pude llegar a oír a razón de lo que yo misma gritaba. Tome el portarretrato de la repisa y me lo acerque al rostro, el pequeño muchacho en ella daba vueltas y brincos mientras arremedaba cada frase con un tono de voz infantil y balbuceante.

-¿Qué está pasando?- me pregunte pero en lugar de que mi boca reaccionara y repitiera la pauta que le pedía seguir, mi pregunta retumbo como si me encontrara en una cueva dentro de mí, -¿qué demonios pasa? repetí, el eco no se hizo esperar y volvió a recorrer de pies a cabeza donde fuera que estuviera.

–Parece que le cediste el dominio de tu cuerpo a Marlene- sonó a mis espaldas la inconfundible voz de Martha. ¿Cómo es que estaba a mis “espaldas”?,¿Qué no ellas estaban en mi cabeza..?, eso quería decir que ¿Me encontraba ahora dentro de mi propia mente?,- eso es correcto- respondió Mariana con su inconfundible voz más aguda que cualquiera de las demás,-Personalmente hubiera preferido que me hubieras prestado tu cuerpo a mi primero-.

Al voltearme sobre mi misma en mí… lo que fuera donde se supone que fuera en lo que estaba, si es que eso tenía algún sentido estuve frente a frente con dos de mis conciencias mentales. Era casi como… como… sentirte a ti misma en un espejo. No había otra forma de describirlo, el decir que las veía hubiera sido del todo una mentira ya que mis ojos aun estaban enfocados en aquel chico y sus grotescas muecas, no, la más cercano a lo que pasaba en este momento era que las sentía a ambas. Ambas despedían una clase de esencia diferente mezclada con… con… ¡emociones! , ¡Eso!, Mariana desprendía un aroma dulzón y un aura de felicidad casi empalagosa como cuando corres a abrir los regalos debajo del árbol la mañana de navidad, por su parte Martha tenía un extraño aroma a tierra mojada y una brisa de melancolía a su alrededor que solo podía comparar con aquella tarde lluviosa en la que enterramos a Karen en el panteón. Ahora no había la menor duda de una cosa, estaba completamente fuera de mis cabales, delirando, constaba que estaba loca.

-No estás loca- me corrigieron ambas –Solo se te fue de las manos una emoción, a todos les pasa-continuo Martha,-solo debes de retornar a tu cuerpo y tomar de nuevo el control de este-.
-Claro, ¿pero como lo hago?- replique, mas si alguien me respondió no pude entenderle pues comencé a apreciar que mi cuerpo era lanzado hacia adelante y que abruptamente este se golpeaba contra la pared seguido de una presión impresionante que me arrojo contra el piso y me mantuvo ahí.

La incomodidad de un aguijonazo en mi brazo derecho promovió que mi mirada se sintiera desenfocada y mis parpados pesados, la sensación de ser estrujada se desvaneció gradualmente y después de lo que pensé seria solo un parpadeo mas, todo se sumió en la obscuridad. Dulce y relajante obscuridad.

miércoles, 14 de julio de 2010

"Busque una rosa amarilla para ti"

Parte 1 "Un asiento vació"

"Cada cuerda un recuerdo, cada nota un sentimiento, cada instrumento una vida, cada melodia un amor"

Las luces.
Todas sobre mi, mientras mis piernas tiemblan a causa de los nervios que no eh podido ahuyentar.
Una gota se sudor cae de mi frente asta mi garganta, tantos ojos puestos sobre mi me aterran y agitan mi respiracion. el vestido azul que mi madre eligio para mi primera presentacion me hace sentir ridicula y exesivamente ostentosa sobre todo por el liston que sostiene mi pelo dorado en una cola de caballo.
El maestro de seremonias me presenta.
Todos aplauden monotonamente.
Siento que se me acaba el aire.
Recorro velozmente al publico con la mirada asta que diviso a la melena completamente blanca de mi madre, y a la mirada soñadora de mi hermano, sin embargo hay un asiento vacio entre ella y un señor robusto de traje gris y una corbata amarillo pálido.

No vino.

-... quien va a interpretar la lista de...- dijo el presentador antes de que lo interrumpiera y lo hiciera bajar un poco su cabeza para que pudiera susurrarle un cambio de planes.
Tosio para aclararse la garganta-...disculpeme el auditorio ah habido un cambio de planes, la melodia que interpretara la señorita Carol Loncourt, es "busque una rosa amarilla para ti" de Marco Loncourt.-

Los ojos de mi madre se desorvitaron subitamente, habimos quedado en que tocaria "La lista de Schinder", pues era la que mejor interpretaba, pero haberla cambiado por la melodia que mi padre me habia compuesto, que solo habia tocado un puñado de veces y que ademas yo tocaba con varias notas erroneas no fue de su agrado, sobre todo por que las mejores academias de musica de la capital se encontraban presentes, invitadas por mi madre.
Ganas no le faltaron para subir al esenario a jalonearme y convenserme de que era un error lo que estaba haciendo, no obstante, al levantarse de su aciento mi hermano la tomo de la muñeca firmemente y ella cedió, sentándose nuevamente.
Mi hermano me dirijio una sonrisa. Ahora todo estaba en mis manos.
Levante el violin, colocandolo en mi hombro izquierdo, con la derecha tome el arco, cerre los ojos y lo deslice lentamente sobre las cuerdas mientras una nota se introducía en mi oído y envolvía mi corazón.

Perdi la nocion de lo que hacia, deje a mi cuerpo a la deriva de mis emociones y aun así sabia que no me equivocaria ni una sola vez. El arco y la cuerdas se dejaban manipular de una forma muy especial, como si solo hubieran sido hechas para producir esta serie de sonidos tan armoniosos y suaves.
Un violin que contaba una historia, la historia de una rosa amarilla, la historia del un regalo que resivi en mi duodecimo cumpleaños.
Sonidos lugubres y lentos que me recordaban la ultima vez que vi a mi padre.
senti una ligera brisa envolviendome mientras inprovisaba una ligera y casi imperseptible danza sobre el escenario, todo daba vueltas a mi alrededor de forma mareante, llevándome a otro lugar, a otro tiempo.

En la obscuridad a la que sometia mi vision se formo de música y recuerdos el rostro de mi padre, soltando una risa entonada y bella antes de que me dijera "te amo" y entrara a través de las puertas del gigante de hierro, que llamaban tren, cuando el vocero dio la ultima llamada para abordar.
Por un momento pense en abrir los ojos y ver que efecto que estaba causando ante todos los asistentes del recital, pero mis parpados se encontraban fuertemente adheridos por el dolor de que se rompiera esa ultima mirada de cariño y esa mano disiendo adiós.

Mis ojos no tardaron en humedecerse.

El tren provoco un sonido fuerte como el de una olla de vapor, y empezo a moverse.
las lagrimas empezaron rodar por mis mejillas y un par de ellas llegaron a colgar de mi barbilla.
La musica empezaba a acelerar mi respiración.

Las ruedas del gigante de hierro giraron cada vez mas rápido, camine para poder seguir mirando desde el anden a travez de la ventanilla de mi padre y el hizo lo mismo.

Acelere las notas tanto como mis moviemientos de manera frenética.

Pronto caminar no fue suficiente y tuve que empezar a trotar para poder verlo, y en un instante estaba corriendo, el tren aumentaba la velocidad, el anden era cada vez mas pequeño y mi padre solo movia su brazo despidiéndose de mi.
Y en un instante pasaron tres cosas: Se acabo el largo del anden, me detuve, y grite "¡te quiero!" con todas mis fuerzas y con toda mi alma.

Las ultimas notas de la melodia me dijeron que ya era hora de bajar el ritmo.
y haci lo hice.
Me detuve de subito en la ultima nota que crei que merecia ese frenesi, me deje cer sobre mis rodillas, senti como el vestido se extendio en el piso, provocando un pequeño sonido hueco cuando hice impacto con los tablones de madera y los acordes del final, ocho para ser exacta, fueron lentos y lastimeros.
la ultima nota se abrio paso entre las cuerdas y el auditorio.

Silencio.

Abrí los ojos lentamente y vi a una madre desepcionada y de ojos grises vidriosos, a un publico callado y sorprendido y a un hermano orgulloso que se levanto de su aciento mientras juntaba sus manos con fuerza provocando un aplauso, despues otro, y otro, constantemente, después no solo fue el, mi madre lo acompañaba, aplaudiendo, lentamente varias personas hicieron lo mismo, asta que el auditorio entero me aclamo.

Todos, menos un asiento vacio.

martes, 25 de mayo de 2010

Un momento de "Ilusión"

En realidad no quería ir a la fiesta, me sentía desganado y con un poco de flojera, no obstante, sabía que tenías muchos deseos de ir y divertirte, además, era viernes en la noche.

Sabía que si no iba yo, no irías tu, aunque en realidad no entendía por que, ya que en varias ocasiones nunca te había importado salir a alguna fiesta sin siquiera decirme, provocando que me preocupara cuando llegaras tarde, pero bueno eso es otra historia. El punto es que quería que te divirtieras y si realmente querías ir, no sería yo el que te lo impidiera.

Nos arreglamos y nos dispusimos a ir, no estaba muy lejos de la casa el lugar donde seria la reunión pero aun así fuimos en auto.

Cuando llegamos ayudamos a inflar algunos globos para adornar, habíamos llegado más temprano de lo que esperamos. Aun así me sentía un tanto triste, pero no importaba tú estabas contento mientras una de las amigas que tenemos en común trataba de golpearte con una espada improvisada de uno de los globos. El pequeño salón se fue llenando periódicamente y cuando consideraron pertinente empezó la fiesta, colocaron música y un sistema de retos y castigos inauguro el inicio de "por que esto aun no se termina". (Titulo muy adecuando para una fiesta previa a la graduación). Debo de admitir que me dieron celos cuando tu reto consistió en que te bailara una de las asistentes, los suficientes para que saliera al jardín evitando así presenciar la escena.

Así pasaron las horas progresivamente, las risas y los cantos no se hicieron esperar y algunos juegos más (uno en el cual participe contigo y que ahora es my juego favorito) transformaron la noche en algo que recordar.

Los columpios del jardín pronto llamaron nuestra atención e hicieron que saliéramos durante un rato, el cual fue interrumpido por el viento frio que empezó a calar a todos, llevándolos a regresar dentro, eseptuandome a mí, que aun continuaba sentado en un columpio para dos, un asiento frente al otro y divagando me imagine lo que se sentiría que un chico se sentara contigo solo con la intención de estar a tu lado.

Que fuera alto y apuesto de pelo obscuro, ligeramente fornido, la piel clara y unos ojos negros que me dijeran todo y nada al mismo tiempo, de aire misterioso y triste adornado con una sonrisa sincera, ¿en realidad estaba pidiendo demasiado?. Al parecer sí.

Alguien salió del salón de fiestas tratando de parecer inadvertido para los presentes dentro y me dirigió una mirada ligeramente preocupada, se acerco con pasos lentos hasta donde me encontraba y se detuvo a un costado del pequeño columpio.

-¿Puedo sentarme?- solo asentí como respuestas.

Aquel chico de ensueño que había revoloteado en mi mente se vio remplazado por ti, no eras tan guapo y a diferencia de él tampoco eras tan alto, eras mas moreno, tus ojos eran ligeramente más claros, café obscuro para ser exactos y aquella sonrisa parecía que en tu rostro jamás se dibujaría.

Pero aun así, para mí fue algo maravilloso, si los ángeles en realidad se encontraban entre nubes, me sentía como uno de ellos y te podría haber jurado que las estrellas, cada una, brillo un poco más de lo normal creando una atmosfera mágica, especial.

Las dimensiones del pequeño par de asientos, uno frente a otro hacia que nuestras rodillas se rosaran cada vez que se balanceaba, trataste de hacerme platica a la cual trate de responder sin que se notara mi hastió y flojera, me expresaste tus ideas, curiosidades sobre las personas y hasta tus sentimientos.

Cada intento de sacarme una sonrisa o carcajada mejoraban mi ánimo que hasta pensé en momentos decirte lo que sentía por ti, y cuando estuve a punto de decirlo evocaste a aquella chica que tanto dolor te causaba cuando hablabas de ella y que al mismo tiempo te llevaba al paraíso, todo en un latido del corazón, sentí que me caía y me daba vueltas la cabeza, quería llorar, y estuve a nada de cumplir mi necesidad emocional, hasta que puse atención en tus palabras, como la describías y embelesabas, creándote a una divinidad en tu emocionada cabeza.

A tal punto que me recordaste a mí, como te había borrado cada defecto con una virtud que en ocasiones llegaron a ser imaginaciones mías desde el momento que me di cuenta que mis sentimientos había pasado la barrera de la amistad. Como te había defendido a capa y espada de cualquier mal comentario que se dijera a tus espaldas y de cómo cada vez que me saludabas, estrechándome la mano siempre me la llevaba al pecho donde, aunque sabía que solo había un órgano que bombeaba sangre , te sentía más cerca de mí.

Te amaba de la misma forma en que tú la amabas a ella y solo pude decirte que la esperanza moría al último y que no debía rendirte ante lo que querías y ante a quien amabas. Un consejo que tontamente también tome como propio, porque aun sabiendo que tu jamás te darías cuenta de mi cariño, quería seguir cerca de ti en la medida de lo posible.

Tu expresión cambio a un vano alivio y me preguntaste si quería entrar con los demás, asentí nuevamente y bajaste del columpio, mis rodillas sintieron la falta de tu calor y tacto, me levante de mi asiento y me dirigí hacia la puerta donde me esperabas impaciente, me detuve ante la puerta que sostenías para que pasara y mire al cielo donde la luna llena reposaba. Tal vez era todo lo que el destino me podía dar, solo un momento de ilusión y pese a ello, le estaba agradecido.

Me tocaste el hombro y entramos.

jueves, 20 de mayo de 2010

domingo, 4 de abril de 2010

"Sol dorado" Capitulo 2: de mal en peor

-Nombre- ordeno el hombre detrás de la gran mesa con hastió y fatiga, me dio un escalofrió de sorpresa, ¿acaso se había terminado tan rápidamente la fila, que hasta hacia unos minutos había dado por infinita? en realidad me había afectado lo de Sean

-Nombre- insistió el individuo dirigiéndome una mirada de fastidio, si no me apresuraba a contestar esta terminaría cambiando a ira y por experiencia eso no era de lo mejor.

-Henry Revees- tartamudeo, la burla no tardo en aparecer en su cara, mientras buscaba entre algunas cajas con diferentes sellos y timbres de correo lo que esperaba fueron los materiales que necesitaría durante mi primer semestre en esta academia. Primer día y no podía hacer nada bien.

-aquí tienes niño- menciono dejando caer sobre la mesa varios volúmenes y un folder abultado por lo papeles mal acomodados en su interior- tu horario, información básica que necesitas, numero de habitación, tus libros, veras que están completos, revísalos si deseas...- ante esta ultima oración empecé a ojearlos y a comparar los títulos con la lista que me había grabado en la memoria, pronto sentí la mirada del encargado - pero por favor aquí no, que aún quedan algunos en la fila así que ...- voltee rápidamente dejando el libro de español en la mesa, faltaban solo 3 alumnos, dos de ellos, con la pinta de típicos ricos acentuada por sus rubias cabelleras dignas de comercial y ojos verdes, platicaban animadamente como si ya se conociesen, en cambio el tercero y último, tenía el pelo negro como el carbón algo desordenado que contrastaba con su piel pálida. - Así que solo necesito tu firma aquí.- voltee nuevamente a la mesa y observe donde el dedo del encargado me indicaba, sin poner mucha atención coloque mi firma en la línea siguiente a mi nombre y con un poco de dificultad tome todos mis libros. Eran 7 para ser exactos y los metí apresuradamente en mi mochila, dejando fuera solo el croquis y la forma de llegar a mi habitación.

Subí las escaleras principales que se encontraban en medio del vestíbulo y que se dividía en dos al llegar al primer piso, el croquis me decía que debía de tomar el camino de la derecha, en realidad, ahora que analizaba mejor el mapa, esto era un completo palacio, si por fuera parecía grande, el dibujo que tenia ante mi me mostraba que no era nada comparado con lo que tenía por dentro, se componía de 5 plantas más la azotea y el sótano, aproximadamente 50 aulas de clase, dos jardines interiores, invernadero, alberca, jacuzzi, biblioteca, cafetería, terraza, sala de computo, sala de recreación, zona de practica... ¡esto es maravilloso!, si pagara la colegiatura completa lo más seguro es que en la primera mensualidad me hubiese quedado sin casa, familia y demás. yYa quería conocer la habitación, y tal vez con un poco de suerte el compañero con el que compartiría la hab....

-¡Eh! ¡Henry!- voltee instintivamente al reconocer mi nombre entre el murmullo del lugar, Sean se encontraba en una de las puertas de los costados del vestíbulo, no obstante el voltear tan solo para ver su sonrisa de forma tan repentina, fue suficiente para que no pudiera terminar de dar el siguiente paso hacia el escalón que tenía enfrente y que por ende perdiera el equilibrio.

Mi propio peso, aunado al de la descomunal carga de libros que traia en la espalda me llevo a despegarme del piso unos centímetros, sufucientes para que comenzara a caer hacia bajo en una posicion un tanto peligrosa.
Mientras caía de espaldas, sospecho que grite, aunque en realidad no estaba seguro, todo parecía cámara lenta, solo esperaba que el dolor de la caida no fuera tan insoportable como me imaginaba y que no sufriera ninguna fractura, y tan rápido como había perdido mi centro gravitatorio, algo me detuvo antes de caer por completo, dos brazos, envueltos en la tela del familiar color azul marino me rodearon, y me sujetaron fuertemente. Por un instante me sentí como Luke Kirby, interpretando a Ángelo en la película "Mambo Italiano", cuando este se encontraba entre los brazos del amor de su vida, Nino Paventi. Como amaba esa película, ahora que lo recuerdo, en mi mochila traía el DVD

-Mira por donde caminas, ¡idiota!- el fuerte abrazo se volvió un empujón, que por poco llego a tirarme en contra de las escaleras - perdona- respondí sin aliento- es que...- al volverme para encarar a mi salvador, me encontré con el chico de pelo negro y piel clara, sus ojos, que no había podido apreciar hacia unos momentos, hacían juego con su pelo y....- deberías de fijarte antes de voltear a ver a tu...- con desden hizo un gesto con la cabeza hacia donde, si no mal recordaba se encontraba Sean-...novio- sus ojos llenos de enojo me desconcertaron y sus palabras solo me aumentaron esa sensación.

Me aparto de un empujón y siguió su camino sin voltear. Me quede agasapado unos momentos entre las escaleras tratando de recuperarme de la impresion, varias hojas habian salido volando de mi mochila, en realidad habia un desastre en plena escalera, comence a recogerlas en automatico para poder llegar lo mas pronto a mi habitacion y poder tratar de olvidar este ultimo suceso. Algo estaba claro, hoy no era mi día...

Una mano se poso en mi hombro - ¿Nesesitas ayuda?- pregunto una voz amigable con matiz de simpatia.

.... o tal vez, me atrevi a pensar, podia ue si lo fuera.

miércoles, 5 de agosto de 2009